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Intelectualización como defensa

Cierro el libro.

Los bordes de las páginas no pueden seguir conteniendo los borbotones de ideas que salen de mi cabeza.

Tengo que sacar el computador de la maleta que por suerte me pidieron llevar en la mano en este vuelo.

Comienzo a escribir desordenadamente.

Estaba leyendo el ensayo de Siri Hustvedt: Inside the room, y no puedo parar de subrayar e identificarme con cada cosa que dice. 

Inicialmente, me sorprende el concepto de “intelectualización como defensa”, proviene de Anna Freud, y es sostenido y desarrollado en el ensayo con varias citas de otros autores. Mi primera conclusión es que estoy intelectualizando el amor.

Uso la intelectualización como defensa propia del mundo romántico.

En la intelectualización me protejo.

He sido incapaz de experimentar el amor desde hace ya mucho tiempo.

En la experimentación hay emoción, y en la gama de las emociones está el dolor, el rechazo, el miedo y tantas otras que evado a toda costa.

En la intelectualización no.

Allí solo hay razón.

Teoría.

Sin emoción el proceso de pensar en el amor es seguro, o más bien de cómo concibo yo el amor. De mis diversas narrativas romanticas. Un pensar libre de suciedades que me incomodan como sentirme y verme vulnerable, pensando en alguien que me esté moviendo el piso, dando papaya pa´ que me cojan y me vuelvan mierda. O mas bien que yo misma me vuelva mierda con las fantasías disneylandianas que me armo con cualquier pendejo que me haya dado cinco minutos de atención. Ya ni sé. Y tampoco quiero averiguar y por eso es que hasta quí llega el doloroso analisis de mí situacion y me entrego a las delicias de hablar y pensar en lo que los otros deberían hacer. Entonces, por si acaso, en esta ocasión teorizo, pienso y desarrollo una idea sobre la vida romántica del otro, solo para tener doble seguridad.  Decido intelectualizar la vida de amorosa de los otros, los fracasos y experiencias de los otros porque soy absolutamente obtusa frente a los míos.

En otro esta vez es M.

El sábado pasado estuvimos dos horas hablando, las conversaciones con él son siempre son una dulzura. Divertidas. Ingeniosas. Crudas. Reveladoras. Gentiles.

Nuestro tema central suele ser el amor y nuestras narrativas de nuestro yo interior, que suelen ser redundantes hasta el cansancio en las consecuencias que nuestras experiencias negativas generan en nuestra falta de amor propio, sentirnos insuficientes y sabotearnos constantemente, sobre todo en el amor. Suenan espantosas, pero son geniales, vivimos cagados de la risa del humor negro que nos aplicamos mutuamente.

Este sábado en particular estábamos hablando de que había regresado al mundo de las citas, y que las mujeres que había conocido querían una relación, contrario a lo que él quería en este momento, que era salir con muchas y comérselas a todas. Sin hacerles daño, es incapaz, y, por este mismo motivo, tendía a decirles en la primera o segunda cita que no podía seguir saliendo con ellas. Inventaba alguna excusa, no sé si será por lo altamente empático, o simplemente porque como buen inglés prefiere la cortesía de mentir, que la mala educación de hablar claramente. Entonces se inventa algo, les deja de hablar, entre otras tácticas en las que estamos bien entrenados los usuarios frecuentes de las aplicaciones de citas.

Llegamos a la última cita que tuvo. Me contaba que le había ido muy bien, que había sido una delicia hablar con esta nueva mujer y que eso le preocupaba. Yo no entendí y le pedí que desarrollara esa idea del "me preocupa que todo está saliendo tan bien".

Me describió no una, sino dos preocupaciones: la primera, es que no estaba seguro, aún, si estaba listo para salir al mercado de las citas románticas. Hacía un par de meses había terminado su relación de dos años y la tuza estaba dura. La segunda preocupación, la que me hizo cerrar el libro y comenzar a escribir, es que estaba seguro de que ella quería algo serio con él. Esta idea me generó curiosidad, no sé si porque me vi reflejada en oposición; pues en mi caso creo que todos los manes con los que salgo, solo quieren tener sexo conmigo y no algo serio (también tengo que decir que es el común denominador del mundo de las aplicaciones de citas. Las mujeres queremos una relación. Los hombres quieren sexo. Entonces aquí las dos narrativas, la de M y la mía, dos lados de una misma moneda, las sostienen tendencias sociales bastante contundentes) o porque simplemente me genero curiosidad la certeza que tenía de que ella, una mujer que lo había visto una vez en la vida, seguro, sin espacio a ninguna duda, quería ser su novia.

M hablaba con tal convicción, que me dio risa. No solo por el nivel de narcisismo que habitaba en esta convicción, sino por lo paradójico de escuchárselo decir a él. Antes ya me lo había dicho, yo la verdad es que me lo tomaba como un chiste, le decía —Yes, off course you are so irresistible — y nos reíamos juntos. El tema es que esta vez me di cuenta de que nunca fue un chiste, que él en realidad lo pensaba, lo sentía. Él, M, el man que me hablaba de lo insuficiente que se sentía constantemente, al mismo tiempo pensaba que cada mujer que lo conociera se iba a enamorar de él. El caso es que con base en estas dos preocupaciones, M tenia la duda de si debia decirle, a esta mujer que le gustaba y con la que la había pasado tan bien, que no quería nada serio o cancelar la segunda cita de una vez para no pasar por la incomodidad de la conversación.

Yo me negué rotundamente. 

—No M!! Don’t do that, is such a turn-off. And you don’t even know if that is what she wants with you! What if she finds out, in your next date, that she only wants to fuck you. And then you both will be happy. Has she ever verbalized that she wants something serious with you?

—No —respondió. 

—Ok, so if you liked her and enjoy her company, please have the next date and see what happens. 

—So you are suggesting, that, I let things flow?

—Yes!

— Its funny how I am so self-conscious and at the same time think every woman I date is going to fall in love with me. Is very narcissistic. 

—We are all very narcissistic and at the same time very self-concious.

Ahí se quedo la conversación. Se me había olvidado, hasta que comencé a leer el ensayo.

No podia parar de escribir en los bordes. La imagen de M se me vino a la cabeza inmediatamente. Las respuestas a esa paradoja de “how can I be so selfconcious and at the same time feel like every women I meet is going to fall in love with me” se revelaron.  A él no le hacía sentido, a mi tampoco. Cuando lo puso en términos de narcisismo, ahí si nos hizo sentido a los dos.

El planteamiento del ensayo no es acerca del amor, sino de la creación artistica y un artista como sujeto que convive con dos narrativas internas que podrian considerarse opuestas entre si. Lo que comenzó a resonar en el ensayo y que me resolvió la duda de M, es que existe un concepto en la creación artistica que se llama la “grandiosidad adaptativa” que es básicamente que un artista cree que sus creaciones son una chimba, no, mentiras, una recontrachimba, y que, esa pieza, cancion, texto, cuadro, o lo que sea que hace, le puede aportar gran valor al mundo del arte. Parafraseando la diversas citas que usa Siri en el ensayo, esta grandiosidad adaptativa, permite que un artista vea tanto potencial, valor y "uniqueness" en su obra que insiste y persiste a pesar de los rechazos , criticas, contrariedades y fracasos que pueda experimentar en el proceso de construir su obra.

Ahora, venga le explico como se conecta una cosa con la otra porque sé que para este punto esta bien embolatada la conexión. Si sumerce cambia la palabra “artista” por mi amigo "M" y cambia el concepto de “obra de arte” por "relación romántica", ahí mas o menos se va desenredando la pita. A qué voy, a que mi amigo M, por más de que él como sujeto tenga una autoimagen negativa y su relacion consigo mismo no este en los mejores términos, en él existe, al mismo tiempo, una convicción absoluta de que tiene el potencial de crear una relación en pareja chevere, bonita, con valor. Ahí se me va desenredando la pita, si o que. La relación que él cree que esta en capacidad de entregar es independiente de la percepción que tenga de sí mismo. Y en esa medida pueden coexistir dos ideas que pueden parecer contrarias, sin embargo, una habla de la autopercepción y relacion que yo tengo conmigo mismo, y la otra de la convicción de las capacidades creativas que poseo para contruir algo que además tengo la certeza que tiene valor como resultado. Una cosa es lo que soy, otra, lo que estoy en capacidad de crear.

Aquí entra otro concepto de este ensayo, que me voló la cabeza (hubo muchos, tengo prácticamente todo el ensayo subrayado y lleno de notas) que se refiere a que, en el dialogo interno siempre se dobla el yo. Creo dos yos, para así tener un contrapunto en el diálogo interno, y en el intercambio de ideas, poder generar la conciencia reflexiva de uno mismo. “My own internal narrator is forever arguing with a partner, an agnostic other who usually desagrees. I am often two people in my inner speech”, dice Siri en esta parte del ensayo, lo que me abre la puerta de todos estos diálogos que yo tengo conmigo misma y diferentes narrativas de las Andreas que soy y que he sido, como dije en mi carta del libro que ya publiqué.

Entonces, volviendo a mi intelectualización de las diferentes narrativas de M como el sujeto que, a pesar de las concepciones negativas que tiene de si mismo, tiene esa grandiosidad adaptativa en el amor que le permite creer que está en la capacidad de ofrecer una relación de tal valor que, todas las mujeres que se encuentren con él en la primera cita, inmediatamente van a querer una relación seria.

Cosa que él realmente no sabe. No tiene ni idea. Yo tampoco entendía nada del por qué creía esto y mucho menos como podía creerlo, conociendolo como lo conoczco. Pero, como ya nuestra gran pensadora Siri me ha iluminado. Entiendo que, todos creamos una ficción de nosotros mismos, buena o mala, que además crea convicciones e ideas diversas que conviven, dialogan e intercambian pensamientos internamente. Muchas veces se contradicen a sí mismas, antagonizan entre sí para ir evolucionando estas diferentes narrativas de nosotros mismos. 

Y bueno, ya creo que desenredé la pita para mí.

Espero que usted, ese otro al que le escribo al otro lado de la pantalla, me haya podido seguir más o menos el hilo. Y por fin puedo ponerle punto final todas las ideas, rayones y fotos que le envié al pobre M tratando de compartir con él mi desorden mental y la supuesta conclusion a la que había llegado de nuestra conversación. Y también tendre que admitir que, una vez más, he logrado evadirme lo más que pueda de la experimentación del amor. Pensar en mís por qués, en mís actitudes, mis reacciones y todo eso que no se puede intelectualizar, unicamente sentir.

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